lunes, 30 de abril de 2018

AVICENA (980-1037)

Sobre su vida...

Avicena, cuyo nombre completo fue Abú ‘Alí al-Husayn ibn ‘Abd Alláh ibn al-Hasan ibn ‘Alí ibn Síná, nació en el mes de Safar del año 370 (980) y murió un viernes del mes de Ramadán en el año 428 (1037) con cincuenta y siete años de edad. Su padre, procedente de una tribu de Balj, y su madre, procedente de una localidad de Afsina, se instalaron en Bujárá y allí le tuvieron a él y a su hermano.
  
 A los diez años, Avicena recibió enseñanzas sobre el Alcorán y materias de humanidades. Tras ser enviado a la casa de un vendedor de legumbres con amplio conocimiento en cálculo indio aprendió sobre aritmética, geometría y problemas. Posteriormente, con su maestro Isma‘il al-Záhid inició lecciones sobre jurisprudencia y teología. Mas fue con su maestro Abú ‘Abd Alláh al-Nátilí cuando empezó sus estudios en falsafa (filosofía) abordando las primeras cuestiones del Almagesto, y estudiando libros acerca del alma y obras aristotélicas. Su afán por la adquisición de conocimientos le llevó a realizar estudios sobre medicina que, siendo esto así, alcanzó un nivel extraordinario de conocimiento sobre dicha materia, e incluso para su época se le llegó a considerar un gran referente del saber medicinal. Surgió entonces una amistad entre éste y el gobernador de Bujárá, Núh ibn Mansúr al-Sámání, al conseguir curar su enfermedad tras numerosos intentos sin resultados de eminentes médicos para diagnosticar y curar dicha enfermedad. En la biblioteca del gobernador profundizó sus conocimientos mediante la lectura de autores griegos.
    
A la edad de veinte años, Avicena compone el Kitab al-Machmú’, que es una recopilación de saberes de todas las ciencias. Dos años después muere su padre y, tras el progresivo declive de la dinastía Sámání, decide marcharse de Bujárá para instalarse en Kurkánich, capital de Jawárizam gobernada por Abú ‘Alí ibn Má’mún ibn Muhammad. Tras un mes, comenzó sus numerosos viajes pasando por Nisá, Ibyawarad, Tús, Saqán, Saminqán, Yáchirm, Churchán y Dahistán. En esta última localidad Avicena cae enfermo y tras curarse retorna a la localidad de Churchán donde conoce a su más íntimo amigo Abú ‘Ubayd al-Chúzchání, que es jurisconsulto. En esta ciudad Avicena conoce también a Abú Muhammad al-Sírází, un mecenas dedicado a la filosofía y a la medicina que le compra una casa a Avicena junto a la suya. Tiempo después se trasladó a Rayy y allí estuvo al servicio de Machd al-Dawlat a quien también curó.
       

El emir Sams al-Dawlat le hizo llamar para curarle de un cólico. Tras esto, Avicena se puso a su servicio y fue nombrado visir. Sin embargo, tiempo después los soldados se sublevaron contra él y fue destituido de su cargo y encerrado. Una vez puesto en libertad, se ocultó en la casa del sayj Abú Sa’yd ibn Dujdúk durante cuarenta días. Tras ese tiempo, fue requerido nuevamente por Sams al-Dawlat por causa de otro cólico crónico, y una vez curado decidió otorgarle nuevamente el cargo de visirato. El emir, muerto, fue sucedido por Tách al-Dawlat, y Avicena fue encerrado por sus enemigos en la fortaleza de Firdachán, donde terminó de componer varias obras. Posteriormente, huyó con su amigo al-Chúzchání vestidos de sufíes y se refugiaron en Isbahán, donde reinaba ′Alá’ al-Dawlat Abú Ya’afar ibn Kákúyih.
      
A pesar de su dedicación a la medicina, Avicena apenas se preocupaba por su salud corporal, por lo que contrajo una disentería aguda, que, posteriormente, se le hizo crónica, y, seguidamente, se le originó una úlcera intestinal, acompañado todo esto de terribles cólicos. Su salud fue empeorando con el paso del tiempo y los fármacos le surtían cada vez menos efecto. En sus últimas notas de vida, Avicena se dedicó a la limpieza de su alma repartiendo todos sus bienes entre los pobres, arrepintiéndose de sus pecados, reparando los daños causados, manumitiendo a todos sus esclavos y, en sus tres últimos días de agonía, a dedicarse plenamente a Dios.


lunes, 23 de abril de 2018

El defensor de la paz, MARSILIO DE PADUA


Título original: Defensor pacis (1324)
Ed. Tecnos, 1989, Madrid. Traducción, estudio preliminar y notas de Luis Martínez Gómez


La obra El defensor de la paz de Marsilio de Padua, cuya redacción concluyó en Paris el 24 de junio de 1324, es una requisitoria que estaba dirigida al emperador Luis de Baviera para frenar la las injerencias del Papa dentro del ámbito político. Se escribe pues en una situación política de transición y de crisis, crisis en cuanto a la unidad religiosa y política de la cristiandad, en cuanto a la unidad cultural plena de saberes profanos, crisis en el ámbito humanístico… En fin, crisis entre los grandes pilares de poder del estado: el imperio y el papado. La crisis se sitúa principalmente en el intento de fusión de ambos poderes pues los límites de ambos se encuentran desordenados y, como consecuencia, surgen conflictos de interés. El territorio italiano queda escindido en dos bandos, los partidarios del Papa (güelfos) y los  partidarios del emperador (gibelinos).

  
Luis IV de Baviera
   El ofrecimiento de estas consideraciones teóricas por parte de Marsilio al emperador fue motivado por el “amor a la propagación de la sabiduría”, según describe el autor, “para la misericordia de los oprimidos, y para apartar la desviación del error a los opresores” [Parte I, cap. I, parágrafo 6]. Con ello, Marsilio brinda una instrucción al emperador para que actúe en contra de la usurpación de poder por parte del Papa, que es el causante del enfrentamiento entre los ciudadanos, y en parte de las guerras bélicas, con el fin de establecer la paz en el imperio. El propósito de Marsilio no es pues el de suprimir uno de los dos grandes poderes ni el de independizarlos, sino más bien armonizarlos y fundirlos en una unidad superior marcando y distinguiendo los límites de cada uno.


Estructura:

Esta obra se divide en tres partes: la primera consta de 19 capítulos,  la segunda de 30 capítulos, y la tercera, de tres capítulos. Estos tres últimos exponen básicamente los principales propósitos de la obra, concluyen ciertas cuestiones de los capítulos de la primera y segunda parte, y, finalmente, el último de todos ellos, tratará el motivo por el cual se le asignó el título de El defensor de la paz a la obra.

Papa Juan XXII


Primera parte

En esta primera parte, Marsilio se apoya en Aristóteles y de ese modo desarrolla el origen de la sociedad humana, su estructura y su culminación en el príncipe, el legislador y la ley. Distingue seis partes de la ciudad, tres principales, sacerdotal, militar y judicial, y tres inferiores, agricultura, artesanía y tesorería. Soberanía popular (aunque en cierta forma restrictiva): la función principal del pueblo es la determinación de la ley. A esto le sigue también la función de nombramiento del gobierno: atribución a una única cabeza la representación gubernamental. Marsilio apunta que no debe existir más de una cabeza de gobierno. De ahí deriva la pretensión de eliminar el poder papal del ámbito político.
   El gobernante no es el legislador, pues es la función que le corresponde al pueblo, sino el ejecutor de lo legislado. En función de los intereses a los que se enfocan, se distinguen dos tipos de gobierno: los templados, que buscan el bien común (monarquía real, aristocracia y república), y los viciados, que actúan para el beneficio propio (tiranía, oligarquía y democracia).


Segunda parte

La segunda parte aborda el tema político eclesiástico tomando referencias de las Escrituras, fuentes sagradas y autores cristianos. En este apartado, Marsilio rechaza todo poder coactivo por parte de la Iglesia pues ello conlleva a ir contra los mandatos de Cristo. Todo precepto religioso se mantiene en el ámbito espiritual. Por lo tanto, el emperador no es sólo la suprema y última instancia política, sino que lo es de todo aquello que presuponga decisiones de valor coactivo.
    En este apartado se aborda también la cuestión de la pobreza, concretamente en cuatro capítulos (XI-XIV). La humildad es una virtud que se alcanza por la pobreza. Según Marsilio, la riqueza lleva al poder, y los ricos no son humildes. Desde esta perspectiva, señala que la humildad ha de ser una virtud perseguida por todo sucesor en el oficio del apostolado o del sacerdocio.
   Otro de los temas que se aprecian es a propósito del concilio. Marsilio señala que únicamente el concilio general tiene la capacidad de decidir sobre cuestiones dudosas sobre la fe, la Escritura y todo rito y estatuto del mundo eclesiástico. El concilio es convocado por el legislador humano (fiel) cristiano, que es el gobernante o emperador con autoridad tácita o expresamente concedida por el propio legislador.

martes, 17 de abril de 2018

LAS CONFESIONES de San Agustín de Hipona


Traducción, introducción y notas de Agustín Uña Juárez
Ed. Tecnos, 2006, Madrid.




La obra de Las Confesiones está dividida en XIII libros y se dirige principalmente a Dios. La fecha de su composición oscila entre los años 397 y 401. Se podría decir que se establece un diálogo entre San Agustín y Dios que se asemeja, en cierto modo, al diálogo ideal socrático que está vinculado con el fin de lograr la verdad, con la única diferencia de que no es un diálogo entre dos individuos sino más bien uno entre un individuo (hombre) y un ente trascendental (Dios) a través del espíritu (acto introspectivo). El primer libro de la obra comienza con una invocatio, una plegaria dirigida al Señor que refleja los sentimientos y el propósito principal de la obra.

San Agustín narra los acontecimientos de su vida pasada con la intención de comprenderla, y hallar el sentido de la misma. Además, la obra versa sobre las cuestiones relacionadas con la existencia del ser humano y la existencia de Dios. 

¿Cómo se define el concepto de confessio? La obra es básicamente una confesión oracional: Agustín se concibe como un ser dotado de pecado y de maldad, y que para hacer frente a ello precisa confesarse. El propósito de la confesión es la adquisición de la gloria divina: la evocación y expresión de la memoria sobre su pasado pleno de maldad vendrían a estar motivados por la exaltación del Dios providente y liberador. En su confesión S. Agustín se reconoce como un sujeto de culpa y pecado, por lo que está implicada una suerte de penitencia, arrepentimiento o metanoia. Su conversión supuso un cambio radical: acogió la vida bajo la promesa de la misericordia providente y la salvación (consummatio).

La confessio exige sincerarse ante Dios hasta el yo pecador presente en el fondo de todo ser humano y proclamar la excelencia gloriosa de Dios. Es imprescindible el reconocimiento, pues sin reconocimiento no hay confesión. El significado de confessio reúne además la puesta en manifiesto de la culpa y la celebración de la gloria divina.
S. Agustín invita al hombre a « reconocer, cantar y celebrar la gloria de Dios por su excelsa providencia y su excelente Ser» [p. 94, cita textual de A. Uña Juárez]. En conclusión, se podría decir que  esta obra es una expresión de agradecimiento, alabanza hacia Dios y reconocimiento.

Atendiendo la estructura de la obra, se pueden establecer dos enfoques. Desde una perspectiva global, la obra se divide en dos etapas principales marcadas por la trayectoria del alma: el descenso por el pecado y el retorno ascensional por vía mística. Por otro lado, considerando la estructura interna de la obra, se pueden establecer tres partes:
- Libros I-IX: hacen referencia al pasado de S. Agustín > nacimiento, infancia y primer encuentro con Dios (Libro I), alejamiento de Dios en la adolescencia y juventud (Libros II-IV), y proceso gradual de conversión y reencuentro con Dios (Libros V-IX).
- Libro X: muestra el estado del alma presente de S. Agustín en el momento de redacción de la obra.
- Libros XI-XIII: recogen la finalidad de todo el escrito: glorificación de Dios (conditio: creaturalidad y temporalidad del mundo). Son tres libros de exégesis bíblicas que propusieron gran controversia con respecto a la finalidad de su estructura y su inclusión dentro de la obra de Las Confesiones. Ciertos teólogos consideran que estos últimos libros unifican la idea global de la obra y abordan el aspecto unitrino de Dios.

lunes, 9 de abril de 2018

EXPOSICIÓN DE LA REPÚBLICA DEL PLATÓN - Averroes


Título original: Taljīṣ kitāb al-Siyāsat Aflātūn (510/1194)


Ed. Tecnos, 1986 Madrid. Traducción y estudio preliminar de Miguel Cruz Hernández



Para esta obra, Averroes toma como base el pensamiento político de Aristóteles, en concreto de su obra Ética nicomaquea, y el de Platón, aunque dedica apenas un tercio de la obra a comentar su texto de La república. En el tratado tercero se puede apreciar las considerables alusiones a al-Fārābī y la razón por las cuales Averroes prescinde de los libros I y X de La República de Platón.

La obra está dividida en tres tratados: el primero, que trata la segunda parte del libro II de la obra platónica, está compuesto de 38 parágrafos; el segundo, sobre los libros VI y VII, contiene 16 parágrafos y un breve resumen final; y, finalmente, el tercero, sobre los libros VIII y IX, que está dividido en 27 parágrafos.

La obra está dedicada al sultán almohade Abū Yūsuf Ŷa’qūb al-Mansūr, cuyo reinado comprendió las fechas 580/1184 y 595/1199.

Ibn Rušd (Averroes) aborda este texto desde un realismo político absoluto; teniendo en cuenta la situación gubernamental islámica de su época, a diferencia del sistema de gobierno de los árabes en épocas precedentes como un sistema virtuoso (ideal), califica el gobierno de Mu’āwiya como un sistema timocrático. Esta transformación se extiende además a las penínsulas de al-Ándalus y al-Magreb. [Trat. III, tít. 11, p. 120]

Averroes lanza también varias críticas a la sociedad de su tiempo. La clase aristocrática, desviándose de los objetivos originales a los cuales estaba enfocada para el bien del pueblo, se convierte en tiránica al servirse de ella para su propio beneficio e intereses personales. De ese modo, la sociedad, demagógica, tiende a la tiranía. [Trat. III, tít. 3-7, pp. 106-113]

lunes, 2 de abril de 2018

Petrus Cantor: de Sodomia

Alain de Lille y Petrus Cantor
*Puesto que carezco de las herramientas suficientes, la biografía de este autor estará tomada desde la página de Wikipedia, por lo que aquellos lectores que busquen la biografía de dicho personaje, recomiendo que busquen referencias en otros lugares. Este apartado servirá únicamente como contexto biográfico del autor en la Edad Media.



Pierre le Chantre o Pedro el Chantre, latinizado como Petrus Cantor fue un letrado y teólogo escolástico francés del siglo XII. Habría nacido o en la región de Beauvais, o en Reims, donde hizo sus estudios en la escuela catedralicia. Hacia 1170 era canónigo en París y profesor de su escuela catedralicia; entre 1180 y 1184 fue nombrando chantre, de donde su sobrenombre latino (Petrus Cantor, a veces Cantor Parisiensis). Escribió glosas de la Biblia y un tratado sobre la Penitencia. El medievalista Jacques Le Goff le atribuye el primer uso de la palabra purgatorium como sustantivo, etapa decisiva en la creación del concepto de Purgatorio que tanto daría que reprobar a Lutero tres siglos después. ​Su competencia en derecho canónico le hizo ser escogido numerosas veces como juez eclesiástico, especialmente en 1196 a causa del asunto del divorcio de Felipe Augusto y la reina Isambour, que fue tratado en Compiègne. En 1191 fue elegido obispo de Tournai, pero la elección fue anulada por el arzobispo de Reims, Guillaume de Champagne. A la muerte de Maurice de Sully en 1196, fue elegido obispo de París, pero rechazó la elección.En 1196 fue elegido deán del capítulo de canónigos de la Catedral de Reims. Durante el viaje desde París, cayó enfermo y se albergó en la Abadía cisterciense de Longpont, cerca de Soissons, donde murió y fue enterrado. Los cistercienses lo consideran dentro de su orden y celebran su fiesta es el diecinueve de mayo.

De vitio sodomitico

En este capítulo Pedro le Chantre hace alusión al pueblo de Sodoma, un lugar donde los ciudadanos están corrompidos por el vicio y el pecado, y que es usado como referente bíblico para la condenación de los actos, por decirlo así, sodomíticos. Este fragmento se extrae de su obra Verbum abbreviatum, un libro dirigido principalmente al clero y, más en particular, a los monjes, en donde exhorta a la práctica de la virtud; sus fuentes son la Biblia, los escritos de los Padres y los autores profanos.

CAPÍTULO CXXXVIII: De vitio sodomitico. (Trad. John Boswell)

··El pecado de Sodoma fue «la abundancia de pan, la soberbia y el exceso de vino».[48] Al condenar este pecado,[49] el Señor dice: «Pero los hombres de Sodoma eran muy malos, y pecaron enormemente contra el Señor». Y el Señor dijo: «El clamor que ha llegado a mis oídos [Gen, 18: 20-21 KJV]. La novedad de un pecado tan grande e inaudito crea azoramiento y duda en el oyente. De ahí que se presente al Señor como asombrado y dubitativo ante tal crimen mientras dice «quiero ir y ver...».

En realidad, me parece increíble que los hombres hubieran podido cometer ese crimen. Un pecado «habla» cuando implica una acción que es apenas notable; «clama» cuando es cometido abiertamente con la clara perpetración de un crimen. Sólo de dos pecados se dice que su gravedad «clama» al cielo desde la tierra: el asesinato y la sodomía. Así, está escrito, el Señor se lamenta de que «él los creó machos y hembras para la multiplicación de los hombres», pero que asesinos y sodomitas los destruyeron y los mataron como adversarios y enemigos y mortales de Dios y de la especie humana, como si dijeran: «Tú has creado hombres que podían haberse multiplicado, pero nosotros nos esforzamos por minar y desbaratar esa labor».

Además, cuando el Señor asigna los castigos que han de infligirse por diferentes pecados, parece abandonar su paciencia y bondad innatas con este último, sin esperar que los sodomitas sean juzgados sino, antes bien, castigándolos temporalmente con fuego enviado desde el cielo, como si, en última instancia, quisiera impartir justicia a través de las llamas del infierno.

El Señor hizo al hombre a partir del lodo de la llanura de Damasco, para modelar más tarde a la mujer a partir de una costilla en el Edén. Así, pues, al considerar la formación de la mujer, y para que nadie pudiera creer que fueran hermafroditas,[50] dijo: «Macho y hembra los creo», que es como decir, «No habrá coito de hombres con hombres ni de mujeres con mujeres, sino sólo de hombres con mujeres y viceversa». Por esta razón, la Iglesia permite que un hermafrodita –es decir, alguien con los órganos de ambos sexos, capaces tanto de funciones activas como pasivas– use el órgano con el cual él (la)[51] más se excite o aquél al que sea más susceptible.

Si él (la) es más activo/a [literalmente, «lujurioso/a»], puede casarse como hombre, pero si es más pasivo/a, puede casarse como mujer.[52] Sin embargo, si fracasara con un órgano, nunca se permitirá que utilice el otro, sino que él (la) debe ser perpetuamente célibe, para evitar toda semejanza con la inversión de papel de la sodomía,[53] que Dios detesta.

Además, leemos en Romanos: «Por eso los entregó Dios a los deseos de sus corazones, a la
inmundicia, de modo que pudieran torturar su cuerpo sin consideración, sumidos en ignominiosas pasiones. Pues sus mismas mujeres invirtieron el uso natural, por el que es contrario a la naturaleza. Del mismo modo, también los varones, desechando el uso natural de la hembra, encendieron su lujuria unos con otros, cometiendo torpezas nefandas varones con varones, entregados a sensibilidades reprobables, de modo que hicieron cosas inconvenientes» [paráfrasis de Rom., 1: 26-27].

Del mismo modo. Judas, 7: «Así como Sodoma, y Gomorra, y las ciudades comarcanas, entregándose a la fornicación y persiguiendo carne extraña», los varones hacían cosas nefandas con varones, las mujeres con mujeres.

La carne de un hombre y de su esposa es una; así, [los sodomitas] se convirtieron en ejemplo, al recibir la pena del fuego eterno en el presente. Compárese Levítico, 18 [:23]:[54] «No yacerás con un hombre como con una mujer, pues es una abominación», una cosa ignominiosa e inexpresable. El coito con varón merece la misma pena –la muerte– que el coito con animal. De ahí Levítico, 20 [:13]: «El que yaciera con varón como yace con mujer, ambos cometieron una abominación: mueran sin remisión; caiga su sangre sobre ellos» [KJV].

Pero, ¿cómo han caído estos versículos en desuso, de modo tal que lo que el Señor castigó
severamente, la Iglesia deja intacto, y lo que él trató ligeramente, castiga ella con dureza? Me temo que lo primero es resultado de la avaricia, y lo segundo de la frialdad de la caridad. Estos enemigos del hombre son como Onán, que derramaba su semilla sobre el suelo, pues se negaba a dar hijos a su hermano, y fue castigado por Dios. Estos, como dice Isaías en el capítulo 1 [Isa., 1: 9?], son como Sodoma y Gomorra, silenciosos en la alabanza de Dios y endurecidos en la enormidad de sus pecados. De la misma manera, en 1 Timoteo, 1 y en Colosenses, 3 [:5]: «Mortificad, pues, vuestros miembros terrenos» [KJV]. Y Josué, 6 [:26]: «Maldito sea ante el Señor quien intentare reedificar la ciudad de Jericó: muera su primogénito cuando eche sus cimientos y perezca el postrero de sus hijos así que asiente las puertas» [KJV]. Y mucho más maldito sea quien cometa el pecado de Sodoma, que pierda
el primero y el último de sus hijos, esto es, fe y humildad, incluso para la perversidad.

En su desprecio de este pecado. Dios se vuelve incluso contra la tierra y cambia la Pentápolis por el mar Muerto, en el que no puede vivir pez alguno y sobre el cual no puede navegar ningún barco con seres humanos a bordo. En esta tierra hay árboles llenos de frutos que, al menor contacto, se desintegran en polvo y ceniza. Pues si se mira retrospectivamente en Sodoma, se ve que la mujer de Lot fue convertida en tierra y en una columna de sal, como si el Señor dijera: «Quiero que no quede recuerdo de este crimen, ni un resto, ni una huella de su enormidad».

Esos hombres, espásticos y débiles, que se cambian de varones a hembras, haciendo mal uso del coito femenino, el faraón los conserva consigo como mujeres, para su placer. Son imitadores de Sardanápalo,[55] un hombre más corrompido que cualquier mujer. También Jeremías, al final de las Lamentaciones, a su largo lamento y pena por la ruina y la caída de la ciudad agrega una queja y un gemido en relación con la sodomía: «Abusaron indecentemente de los hombres jóvenes, y los muchachos perecieron a palos».[56] Esos hombres quedaron sordos y ciegos golpeando a la puerta de Lot a mediodía, de modo que miraban sin ver. Lo mismo dice Isaías, 66 [:17]:[57] «Quienes se santifican a sí mismos y se piensan puros en jardines detrás de un portalón, o dentro, detrás de una puerta...». Y lo mismo, Joel, 3[:3]: «Han colocado un muchacho [en un burdel]».[58] Y también:«cuando un hombre se casa como una mujer, que se armen las leyes, que se haga justicia».[59]··

[48] Ezeq., 16: 49. He traducido al inglés muchas citas bíblicas de Pedro Cantor, pues sus pasajes a partir de la Vulgata descansan muchas veces en peculiaridades del latín que no aparecen en las traducciones inglesas hechas a partir del hebreo o del griego. En los casos en que la KJV se adapta al latín, la he usado, con la indicación [KJV].

[49] Presumiblemente homosexualidad, aunque –lo que es asombroso– la descripción bíblica inmediatamente anterior de los pecados de los sodomitas no menciona ninguna clase de comportamiento sexual.

[50] «Andrógino»: la confusión o la fusión de los conceptos y la terminología propias del hermafroditismo y de la homosexualidad es muy antigua. Aunque hubo de renacer en los siglos XIII y XIV a medida que declinaba la conciencia de los gays (véase, por ej., el retrato de Dante de los «sodomitas», en Purgatorio, 26. 82, que gritan «Nostro peccato fu ermafrodito»), este tipo de inexactitud era raro en la época de Pedro Cantor, en que la familiaridad general con los gays y el vivo interés científico por los hermafroditas hicieron posible que distinguieran entre ambas categorías incluso quienes se oponían por igual a ambas. El interés en los aspectos médicos del hermafroditismo era común en la ciencia islámica del medioevo temprano (véase, por ej., Albucasis, On Surgery and Instruments, 70. 454-455); Maimónides dedicó elaboradas especulaciones morales a la posición y las obligaciones de los hermafroditas; véase The code of Maimonides, Book 4: The Book of Women, trad. Isaac Klein, Yale Judaica Series, núm. 19, New Haven, 1972, pp. 13, 14, 26, 303-305, 349, 493. Sin embargo, Pedro Cantor fue uno de los pocos escolásticos que comentó
los aspectos morales del hermafroditismo en oposición a la homosexualidad. Este autor suponía que mientras que lo primero era una «condición» no susceptible de culpabilización, lo segundo representaba una elección voluntaria. Esa distinción fue apoyada por algunos teólogos modernos, pero hubo de ser rechazada por Tomás de Aquino, para quien la homosexualidad era congénita.

[51] «El (la)» se emplea aquí para sugerir la ambigüedad respecto al sexo del hermafrodita, que Pedro Cantor consigue mediante el uso de los verbos latinos sin sujeto prenominal expreso.

[52] El texto reza et en lugar de ut.

[53] Alternitatis: obsérvese las semejanzas con el horror de Juan Crisóstomo ante la inversión del papel sexual.

[54] Pedro Cantor ofrece referencias capitales para algunas de las citas bíblicas, pero sin números de versículo (que en su época aún no estaban sistematizados). Las he agregado entre corchetes; cuando no se dan es porque el pasaje resulta imposible de identificar debido a la falta de cuidados de Pedro Cantor en la trascripción.

[55] Sobre Sardanápalo, rey de Asirla, véase Plutarco, Moralia, 336c; Clemente de Alejandría, Paedagogus, 3. 11. etc.

[56] Véase la Vulgata: Adolescentibus impudice abusi sunt, et pueri in ligno corruerunt (Lam., 5: 13). La edición LXX trae ‟Δηθεηημί ηθαοειόκ ακέθααμκ ηαί κεακίζημζέκ λύθς δζεέκδζακ. Es evidente que ‟εηθεηημί es una lectura errónea del hebreo «bachurim» («jóvenes») como «bachirim» («elegido»). La versión KJV es más fiel al hebreo: «They took the young men to grind, and the children fell under the wood». En hebreo y en griego no cabe duda de que se alude a alguna clase de trabajo forzado; sólo en latín es posible la insinuación
sexual.

[57] Pedro Cantor altera aquí la Vulgata mediante la inserción de las palabras vel post ostium para hacer eco al Gen., 19: 6. Cf. la KJV.

[58] Así, la Vulgata: Puerum posuerunt in prostibulo. Probablemente no sea éste el sentido en hebreo, pero Pedro Cantor no podía saberlo.

[59] Verbum abbreviatum, 138, texto en PL, 205: 333-335. Para la última cita, véase supra, cap. Cristianos y cambio social, pp. 149-150.







Vitium Sodomorum fuit « abundantia panis et superbia vitae, et superfluitas vini (Ezech. XVI) . » Hoc vitium redarguens Dominus, Genes. cap. XIX, ait: « Homines autem Sodomitae pessimi erant, et peccatores coram Domino nimis. » Item cap. XVIII: « Clamor Sodomorum, et Gomorrheorum multiplicatus est, et peccatum eorum aggravatum est nimis. (0334A) Descendam et videbo, utrum clamorem, qui venit ad me, opere impleverant. » Glossa. Novitas tantae et inauditae turpitudinis, quasi admirationem et dubitationem parit in audiente. Unde Dominus quasi admirans, et dubitans super tanto scelere, introducitur sic loquens: « Descendam et videbo utrum, » etc. Incredibile enim mihi videtur homines tantum flagitium perpetrasse. Gregorius (lib. XIX Mor. c. 14) . Peccatum est in voce, quando est in actione cum tenui nota.



In clamore est, quando est in libertate cum manifesta sceleris patratione. De tantum duobus ergo peccatis tanquam maximis et paribus, homicidio scilicet et vitio sodomitico, legitur clamor ascendisse ad Dominum de terra. (0334B) Legitur Dominus conqueri, ideo scilicet, quod « masculum et feminam creavit ad multiplicandos homines (Gen. I) ; » homicidae autem et sodomitae hos destruunt et perimunt ut hostes, et praecipui adversarii Dei et generis humani, quasi: Tu homines creasti, ut multiplicarentur, nos vero dabimus operam, ut opus tuum minuatur et destruatur. Item, cum Dominus poenam pro aliis peccatis infligendam differat, pro hoc patientiam et bonitatem sibi innatam videtur exuisse, non exspectans sodomitas ad poenitentiam, sed eos magis puniens temporaliter igne coelitus misso (Gen. XIX) , consummaturus tandem poenam illorum per ignem gehennae. (0334C) Item, Dominus virum plasmavit de limo terrae in agro Damasceno, formaturus mulierem de costa eius in paradiso. Unde ne crederet quis eos fore androgynos praeoccupans formationem mulieris, ait: « Masculum et feminam creavit eos (Gen. I) , » quasi: Non erit consortium viri ad virum, vel mulieris ad mulierem, sed tantum viri ad mulierem, et econtrario. Unde Ecclesia homini androgyno, id est habenti instrumentum utriusque sexus, aptum scilicet ad agendum et patiendum, instrumento, quo magis calescit, quove magis est infirmus, permittit uti.

Si magis calescit, ut vir, permittunt eum ducere; si vero magis mollescat, et mulier permittunt ei nubere. (0334D) Si autem in illo instrumento defecerit, nunquam concederetur ei usus reliqui instrumenti, sed perpetuo continebit, propter vestigia alternitatis vitii sodomitici, quod a Deo detestatur. Item ad Romanos, cap. I: « Propter quod tradidit illos Deus in desideria cordis eorum, in immunditiam, ut contumeliis afficiant corpora sua in semetipsis, in passiones ignominiae. Nam feminae eorum immutaverunt naturalem usum, in eum usum, qui est contra naturam. Similiter et masculi, relicto naturali usu feminae, exarserunt in desideriis suis, invicem masculi in masculos turpitudinem operantes, traditi in reprobum sensum, ut faciant ea quae non conveniunt. (0335A) » Item epist. Iudae (vers. 7) : « Sodoma, et Gomorrha et finitimae civitates, quia exfornicatae sunt, et abierunt post carnem alteram, » masculi cum masculis turpitudinem agentes, mulieres cum mulieribus. Viri enim et uxoris est una caro: « factae sunt exemplum ignis aeterni poenam sustinentes (Gen. II) , » in praesenti. Item Levit. cap. XVIII: « Non commisceberis cum masculo coitu femineo, quia abominatio, » et ignominia et ineffabile est. Coitum etiam masculi cum masculo pari poena punit, ut coitum hominis cum bruto, scilicet morte. Unde Levit. cap. XX: « Qui dormierit cum masculo coitu femineo, uterque operatus est nefas, morte moriantur. » Sed nunc quomodo abierunt haec in desuetudinem, ut quae graviter punit Dominus, intacta relinquat Ecclesia; et quae leviter punit, ipsa gravissime puniat? Timendum ne hoc ex avaritia procedat, illud vero ex refrigerio charitatis omittat. (0335B) Hi destructores hominis similes sunt Onan, qui effudit semen in terram, et nolens suscitare semen fratri, percussus est a Domino (Gen. XXXVIII) . Hi, ut Isaias ait (cap. I) , sunt quasi Sodoma, et Gomorrha, id est muti a laude Dei et asperi enormitate peccatorum. Item I epist. ad Tim. I. Item ad Coloss. III: « Mortificate ergo membra vestra quae sunt super terram, » etc. Item Iosue, cap. VI: « Maledictus vir, qui suscitaverit et aedificaverit Iericho, in primogenito suo fundamenta illius iaciat, et in novissimo liberorum ponat portas eius. » Multo magis maledictus est suscitans peccatum Sodomorum, perdens sic primogenitum et novissimum filiorum, fidem scilicet cum humilitate, etiam pro enormitate. (0335C) Et in detestationem huius criminis Deus offensus est terrae illi, convertens Pentapolim in mare Mortuum, ut non vivat piscis in eo, nec enatet navis in qua fuerit homo. In qua terra sunt arbores ferentes poma, quae ad tactum evanescunt, emittentia pulverem et favillam (Sap. X) . Etiam pro solo respectu ad Sodomam, uxor Loth conversa est in terram et statuam salis (Gen. XIX) , quasi diceret Dominus: Nolo ut huius criminis aliqua sit memoria, aliquis respectus, aliquod vestigium pro enormitate illius. Huiusmodi homines spastici enervati sunt feminae reservatae a Pharaone ad delicias suas, qui se masculos convertunt in feminas, abutentes coitu feminino. Hi sunt imitatores Sardanapali, qui vir corruptior fuit omni muliere. (0335D) Ieremias etiam in fine Threnorum, super omnem planctum et dolorem urbis ruinae et captivitatis, adiicit planctum et gemitum super vitio sodomitico habitum, dicens: « Adolescentibus impudice abusi sunt, et pueri in ligno corruerunt (Thren. VI) . » Hi non tantum muti, sed etiam caeci efficiuntur percussi aorasia palpantes ad ostium Loth in meridie (Gen. XIX) , ut videntes non videant. Item Isaias, cap. LXVI: « Qui sanctificabantur, et mundos se putabant in hortis post ianuam vel post ostium intrinsecus, etc. » Item Ioel III: « Posuerunt puerum, » etc. Item: Ubi vir nubit in feminam, armentur leges, exserantur iura.