Manuscrito hebreo 1348 |
En ella establece una conciliación entre la fe y la razón dirigida a quienes vacilan entre las enseñanzas de la religión judía y las doctrinas de la filosofía aristotélica que entonces imperaban, demostrando que no hay contradicción en los puntos en que fe y razón parecen oponerse. Es decir, una conciliación entre el sentido literal de las escrituras y las verdades racionales, acudiendo a la interpretación alegórica en casos de conflicto.
«El primer objetivo de este Tratado es explicar los
significados (ma'nání) de algunos términos que se hallan en
los libros de la profecía (kutub al-nubuwwa). Entre estos
términos hay algunos que son equívocos (mustaraka); los
ignorantes, sin embargo, les atribuyen sólo alguno de los
sentidos que tiene ese término equívoco. Otros son
usados metafóricamente (musta'ára); también los toman
en el sentido primitivo del que está sacada la metáfora. Y
hay otros que son anfibológicos (musakkaka), de modo
que unas veces son considerados como unívocos (tawátu’)
y otras veces como equívocos.
No es objetivo de este Tratado hacer comprender todos
ellos a la gente común y a los que se inician en el estudio, ni
enseñar a quien sólo estudia la ciencia de la Ley ('ilm al-
sarí'a), es decir, su jurisprudencia. El objetivo de todo este
Tratado y de todo lo que es como él es la ciencia de la Ley
en su verdadera realidad; más bien es el dar indicaciones al
hombre religioso en cuya alma está establecida y se ha
convertido en creencia suya la veracidad (sihha) de nuestra
Ley. Ese hombre es perfecto en su religión y en sus
costumbres, ha estudiado las ciencias de los filósofos y
conoce sus significados; la razón humana lo ha atraído y lo
ha dirigido para ocupar su puesto; pero se ve impedido por
los sentidos exteriores de la Ley y por lo que no ha dejado
de comprender o se le ha hecho comprender acerca de los
significados de aquellos términos equívocos, metafóricos y
anfibológicos.
Permanece, por tanto, en [un estado de] perplejidad y
estupefacción: o bien se deja llevar por su razón, rechaza lo
que sabía de esos términos y cree que ha rechazado los
fundamentos de la Ley, o bien se atiene a lo que ha
comprendido respecto de esos términos y no se deja
arrastrar por su razón. En tal caso habrá vuelto la espalda a
su razón y se habrá alejado de ella; cree con ello que ha
atraído sobre sí un perjuicio y un daño en su religión;
permanece con esas creencias imaginarias, pues de ellas
procede el miedo y la turbación, y no dejará de tener dolor
de corazón y una intensa perplejidad (hayra sadída).
Este Tratado contiene un segundo objetivo, que es explicar
alegorías muy recónditas que vienen en los libros de los
profetas, sin que esté claro que sean alegorías; más bien al
ignorante y al desconcertado le parecen que sólo tienen
su sentido externo (záhir) y no un sentido interno (bátin).
Sin embargo, si las considera quien es verdaderamente
sabedor y las interpreta en su sentido externo, le advendrá
una intensa perplejidad. Pero si le explicamos esa alegoría
o le advertimos de que es una alegoría, entonces estará en
la buena senda y se librará de esa perplejidad. Por eso he
titulado este libro Dalála al-ha’irín («Guía de perplejos»)».