Abû ‘Ubayd ‘Abd Allâh ibn ‘Abd al-‘Azîz ibn Muhammad al-Bakrî ( أبو عبيد البكري هو عبد الله بن عبد العزيز بن محمد البكري الأندلسي الأونب ) fue un filósofo, geógrafo y erudito, cuyo nacimiento data en el año 1014 (Huelva) y su fallecimiento en el 1094.
A la muerte de su padre, se trasladó a la fastuosa corte de Almería, cuyo príncipe Al-Mu’tasim realizaba una labor de mecenazgo hacia todos los poetas y artistas de su reino. Más tarde Al-Bakrî pasó a Sevilla, donde permaneció al lado del rey-poeta al-Mu’tamid.
Al-Bakrî profesaba un gran cariño a los libros, contándonos Ibn Bashkuwâl que tenía la costumbre de envolverlos en seda, como muestra del afecto que le merecían. Cuéntase también de él, que era muy aficionado a la bebida, refiriendo algunos de sus biógrafos que su cabeza nunca se hallaba libre de los sopores del vino. Esta afición por el vino y las fiestas se refleja en algunas de sus composiciones poéticas, como ésta, traducida y amoldada al verso castellano por Varela:
Casi no puedo aguardar
que el vaso brille en mi diestra,
beber ansiando el perfume
de rosas y de violetas.
Resuenen, pues, los cantares;
empiece, amigos, la fiesta,
y de oculto a nuestros goces
libre dejando la rienda,
evitemos las miradas
de la censura severa
para retardar la orgía
ningún pretexto nos queda,
porque ya viene la luna
de ayunos y penitencias,
y cometer gran pecado
cuantos entonces se alegran.
Un hecho paradójico en la obra de Al-Bakrî es la circunstancia de que nunca salió de Al-Ándalus, por lo que su obra geográfica no puede ser sino recopilaciones, valiéndose de numerosas fuentes, sobresaliendo su curiosidad y sus dotes de ordenación, que hacen de él uno de los principales geógrafos de Al-Ándalus.
Entre sus numerosas obras descuella, por su importancia, su Libro de los reinos y de los caminos (Kitâb al-Mamâlik Wa-l-majâlik), de la que sólo conocemos algunos fragmentos.
El Mamâlik es la obra geográfica general, que comienza con la Creación como alegoría, y trata de los países del mundo a base del esquema de su historia, clima, recursos naturales, costumbres, carreteras, ciudades, provincias y monumentos, de la cual sólo nos ha llegado la parte que trata del norte de África, algunos fragmentos de Al-Ándalus y Europa incluyendo a los países eslavos, para cuya descripción se valió de la relación de viajes del judío Ibrahîm ibn Ya’kûb de Tortosa, del siglo X.
La parte que trata de Europa y Al-Ándalus comienza hablando de los diversos nombres con que era conocida la Península: Iberia, Baética, Al-Ándalus (en un principio, con este nombre, Al-Ándalus, se quiere señalar la zona más occidental, que era como se denominaba al antiguo Imperio visigodo, que se extendía desde el sur de Francia al norte de África; a esto sigue una referencia a seis provincias políticas y administrativas, incluyendo sus principales ciudades). Menciona a Galicia, refiriéndose a algunos de sus reyes y sus relaciones con los andaluces islamizantes; describe a los gallegos como habitantes de una tierra árida, son traidores, sucios, y se bañan una o dos veces al año, y ésas con agua fría. Nunca lavan la ropa hasta que son inservibles, porque dicen que la suciedad acumulada por efecto del sudor suaviza su cuerpo… Después de hacer un amplio recorrido por Bretaña, continúa hablándonos de las montañas de la Península y de sus múltiples ciudades: Toledo, Tudela –en la que vivía una mujer con barbas como las de un hombre-, Bobastro, Barcelona, Córdoba y su gran mezquita, Sevilla, Algeciras… La parte que trata de Al-Ándalus termina con una sección que toca el tema de la silvicultura, minerales y piedras preciosas.
Referente a Europa, de la que trata el resto del texto, se detiene a describirnos a los extranjeros y sus países: cristianos trinitarios del norte de la Península, turcos, lombardos, ingleses, rusos, búlgaros… Prosigue con un breve resumen del país de los romanos y de las diversas islas del mediterráneo; describe los desfiles del emperador de Bizancio hasta la catedral de Constantinopla, y continúa con la ciudad de Roma, su situación, y la primitiva basílica de San Pedro. Nos habla de algo de la historia y religiones de los romanos, haciéndonos notar que se afeitaban la barba y consideraban cristianos a los que no lo hacían. En Chipre, dice que se practicó la idolatría en la Antigüedad, aunque no menciona que fue ocupada por los andaluces expulsados de Córdoba tras la fallida revuelta contra el emir Al-Hakam I; que Creta tomó su nombre de un mago, que Sicilia tenía una gran riqueza agrícola, un terrible volcán y minas de fósforo, y Ens. Antigüedad estuvo habitada por caníbales. Así, hasta hacer un amplio recorrido por las islas del Mediterráneo.
Al-Bakrî hubo de consultar la parte geográfica de las Etimologías de San Isidoro, ya que algunos pasajes de su obra son parecidos al dell arzobispo de Sevilla. Por ejemplo, en la descripción que hacen ambos de las islas afortunadas (Canarias): llamadas así porque sus bosques y arboleda se componen únicamente de árboles que producen frutos magníficos y excelentes, sin tener necesidad de ser plantados o cultivados. Allí la tierra produce cereales en lugar de berzas, y en vez de cardos, plantas aromáticas de todas clases. Estas islas situadas al occidente de Berbería, están diseminadas en el Océano, a poca distancia unas de otras.
Otra obra geográfica de Al-Bakrî es un Diccionario de nombres difíciles ("Mu’yâm mâ ista’yâma", que literalmente significa "Alfabeto de lo que es poco conocido"). Consiste en un vasto repertorio de topónimos, en su mayoría referentes a Arabia, precedido de una introducción sobre la geografía antigua de aquella península. Dozy resalta lo verídico y exacto de los datos de la obra, donde el autor indica los límites de la Arabia y sus provincias, las tribus que la habitaban, etc.
Existe como muestra de esta obra un ejemplar de dos volúmenes en la biblioteca de Leyden, oro en la biblioteca Ambrosiana de Milán, otro en el Museo Británico, en Constantinopla y en la mezquita de Túnez. Esta obra fue publicada etnográficamente por Wüstenfeld, en 1875.
Escribió igualmente obras de carácter filológico, realizando algunos comentarios a varias obras, principalmente Shark kitâb Al-anthâl¸de Ibn Sallâm, y Al-‘alî fî Shark al-amâlî, de Al-Kâlî. El objetivo de Al-Bakrî sería comentar dichas obras, rellenando las lagunas en los casos en el que el significado no estaba claro, explicando las expresiones poco comunes, y haciendo las narraciones necesarias; de hecho, criticó la obra de Al-Kâlî, por su fallo al no proporcionar suficientes ejemplos para hacer el trabajo más lúcido y preciso.
Réf.: http://www.arabespanol.org/andalus/filosofos.htm#AVERROES_(Ibn_Rushd)__
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